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Restaurante “El Drug Store o La Farmacia” / De la libreta de un viajero

Mi primer almuerzo del 2015.

Para alguien que disfruta tanto del buen comer, inicié el año de la mejor manera y en un sitio que siempre recordare. Fue en la Ciudad de Colonia, Uruguay cuando regresaba de Punta del Este donde donde recibí el año nuevo, me dirigía Buenos Aires, Argentina.

Después de una noche de muchas emociones y de espectaculares fuegos pirotécnicos que dieron la bienvenida al 2015 en las playas de Punta del Este, Uruguay, mis amigos y yo, uno de Los Angeles y o el otro de Nueva York, manejamos tres horas y media hasta Colonia donde entregaríamos el auto alquilado y tomaríamos un ferry para para regresar a Buenos Aires, al día siguiente teníamos un vuelo de regreso a casa.

Mientras esperábamos la salida del ferry, buscamos un lugar donde almorzar, seria nuestro primer almuerzo del 2015, el restaurante “El Drug Store” algo así como la Farmacia en español, fue el elegido. Hay muchas palabras para describir el lugar y su comida pero solo puedo decir que es existía y el restaurante fenomenal, hasta ahora lo mejor que he comido en este viaje entre Argentina y Uruguay, nota, la especialidad por acá es la carne pero yo no como carne.

En este lugar preparan buena carne pero el pescado y los mariscos son como hechos por los dioses. Hay un pescado en hierbas con una crema o jugo que te hace chupar los dedos. La comida en El Drug Store es algo así como artesanal, no la van a encontrar en otro sitio. Tan diferente y exotica como el mismo restaurante.

El sitio es muy pintoresco. La cocina esta abierta, uno puede ver como preparan los platillos que minutos más tarde harán una fiesta de sabores en la boca. En las paredes bañadas de muchos colores, hay pinturas de artistas locales que dan aún mas vida al restaurante y hacen muy amena la estancia. Además tiene mesas en el patio, bajo los arboles, en una callecita empedrada como lo son todas las calles de la parte histórica de este bello lugar.

Nancy Romero, una uruguaya de aproximadamente 40 años, de piel apiñonada y ojos de aceituna fue la mesera que nos atendió por cerca de 3 horas que estuvimos en este popular lugar de Colonia y de los pocos que estaban abiertos al publico el día 1 del nuevo año.

Nancy fue la más amable de las meseras que haya visto en mucho tiempo. Disfrutar su servicio era como saborear los platillos que nos ponía en la mesa, que agradable mujer. Volvería a este lugar una y mil veces más.

Al fondo, una mujer que parecía ya haber rebasado las cinco décadas, cantaba con baja voz angelical melodías románticas de Argentina y Uruguay. Era discreta como para no interrumpir a los comensales. Estaba en su propio mundo. Parecía estar viviendo un ensaño a solas, como si se preparara para una batalla final sobre canto y segura de salir victoriosa con su dulce voz angelica.

Era blanca de ojos claros como son la mayoría de los argentinos y muchos uruguayos. Llevaba ropa sencilla y un micrófono que parecía diadema. Su micrófono de color negro resaltaba a la altura de su boca de donde surgía ese timbre de voz celestial.

La aplaudimos varias veces y ella solo sonría. Estoy seguro que hubiera triunfado en la cantada si alguna compañía disquera hubiera descubierto su talento en su juventud. Muchos cantantes que abundan hoy en día en el mundo de la farándula, son nada comparado con el talento que derrocha esta señora en El DrugStore de Colonia del Sacramento, Uruguay.

Que manera de empezar el año. Que comida tan suculenta y regalo para el alma comer escuchando a esta mujer. Pasamos algo así como tres horas en este restaurante donde tomamos dos botellas de vino tinto, Tennant, la marca más popular en Uruguay, muy delicioso por cierto un par de cafés cortaditos, mitad leche mitad café y en tamaño pequeños tipo café expreso. El café con leche también me supo a glorias y pronto me hizo olvidar la copa de vino, tomando en consideración que casi no me gusta el vino.

Nuestra estadía en la “Farmacia” de la comida fue interrumpida por el tiempo, como todo en esta vida, el tiempo siempre se interpone ante lo que más disfrutamos, con frecuencia hasta la misma vida. Teniamos que regresar a Buenos Aires y el ferry estaba cerca de salir.

Debido a que Colonia es un pueblo chico y siendo el día 1 del año, no había taxis, nuestra amiga Nancy la mesera nos dijo que ellos llamarían uno para que fuera por nosotros. En unos cinco minutos, pasaron a recogernos y pronto empezamos a surcar las aguas del Rio de la Plata para llegar a Argentina de donde un día más tarde mis dos amigos y yo regresarían a Estados Unidos.

A mi, me enamoró tanto esta parte del continente, y como tengo alma viajera, decidí quedarme un par de semanas más para seguir descubriendo las maravillas de esta parte del mundo.

Pendientes para los próximas historias de la libreta de un viajero.

P.S. Este relato lo escribí a bordo del ferry Titanic II, de la compañía Buquebus, que nos trajo de regreso a la tierra del tango.


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